El escultor uruguayo Pablo Atchugarry divide su vida, casi en partes iguales, entre su taller en Manantiales (Uruguay) y Lecco (Italia), distantes uno de otro 11.000 kilómetros. Hace poco contó en Hablemos de otra cosa , por LN+ , que cuando tenía once o doce años, le tocó exponer en el colegio sobre Italia y eligió hablar del lago de Como y del mármol de Carrara. Suerte de premonición involuntaria, puso su atención en el que, décadas más tarde, sería uno de sus dos hogares en el mundo y en el material que más trabaja para dar a luz sus obras de repercusión mundial.
Atchugarry pensaba pegar la vuelta hacia el Viejo Continente, como siempre, a fines de abril. Pero ahora sus planes se ven gravemente trastocados: Lecco queda en el corazón de Lombardía , la zona más infectada por el coronavirus de Italia , y con sus centros de salud ya colapsados. La muestra que tenía prevista para junio en Venecia pende de un hilo y su taller en Lecco cerró sus puertas. Allí vive una de sus dos hijos (el otro, Piero, volvió a Uruguay en un vuelo de rescate, desde Miami). Pablo se quedará por ahora "atrincherado" -dice- en Manantiales , junto a su esposa. Y agrega: "Mientras tenga mármol, tengo terapia".