Un importante asesor del oficialismo abona la tesis de que el vacunatorio vip impactó tan decisivamente que obligó a cambiar la estrategia del Frente de Todos. Hasta entonces, se trabajaba sobre la base de que había que regresar al espíritu moderado y de centro que encarnó el Alberto candidato de 2019, y por eso se habilitaron las mesas de diálogo con empresarios y gremialistas y el Consejo Económico y Social. Pero tras la polémica el Presidente se vio forzado a contraatacar y embestir contra la Justicia, la oposición y los medios de comunicación. Es decir, volver a un discurso modelado en la Cristina del último tramo de su Unidad Ciudadana de 2017. La detonación de todos los puentes con Juntos por el Cambio (solo en la última semana presentaron tres denuncias contra el macrismo) es otra razón para descreer de que pueda haber alguna reforma consensuada. Otra vez, el año está perdido.
La oposición también sintió los impactos del desconcierto. El macrismo duro, con Patricia Bullrich al frente, impulsó una marcha el sábado pasado que fue apenas discreta. Hubo exceso de entusiasmo por capitalizar el vacunatorio vip y la gente no respondió como esperaban. Una falla en el sensor social. Algo similar le ocurrió al moderado Horacio Rodríguez Larreta, quien viajó en secreto unos días a Buzios para descansar con su familia y terminó dando explicaciones por Zoom en la apertura de sesiones legislativas. Un insólito traspié para un político programado para no errar, que sorprendió hasta a su propio entorno. Hay evidencias de que el jefe de gobierno porteño exhibe síntomas de las turbulencias. Mientras tanto, la UCR se encuentra abocada a una definición de liderazgos internos con un Martín Lousteau que ya se mueve con perfil nacional.
En el medio, agazapada, una sociedad desconcertada percibe un abismo de distancia con la dirigencia política en su conjunto. Es el resultado de la acumulación de frustraciones en un lapso breve de tiempo. En cinco años experimentó el hartazgo del largo reinado kirchnerista, la frustración con el macrismo y ahora la desilusión con el albertismo que no fue. Sumado a la pandemia. Alejandro Catterberg sostiene que “hay una estructura social de minorías intensas, que son cada vez más minorías y más intensas. Pero en el medio hay una mayoría, que es la que define las elecciones, que está muy golpeada, apática e insatisfecha, para la cual la política es una mala palabra, y se siente abrumada por los extremos radicalizados”. En un trabajo que hizo con Poliarquía para evaluar el primer año de gestión de Fernández, les pidió a los encuestados que describieran su estado de ánimo para 2021 y las palabras más mencionadas fueron “desesperanzado”, “decepcionado”, “incertidumbre”, “resignado”, “preocupado” y “deprimido”; casi un diccionario de sinónimos. El oficialismo parece no haber tomado nota. La oposición parece haber hecho una interpretación superficial.