Tras la ebullición que mostró el mercado tras el anuncio de recompra de deuda, ayer se produjeron fuertes bajas. No fueron pocos los inversores que vieron una oportunidad para desprenderse de los papeles argentinos en dólares con rendimientos que habían retrocedido al 30% anual (siempre que el país cumpla con los pagos en tiempo y forma).
El papel estrella, el GD30 (legislación Nueva York para casos de default), cayó 4% a u$s 34,10 ofreciendo a sus tenedores una tasa de retorno de 29%. Su hermano menor, el AL30 (legislación argentina), perdió 2,4% a u$s 30,2 con un retorno esperado del 32,5 por ciento.
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Lo insólito de las intervenciones del Gobierno en el mercado de bonos es que generan múltiples bicicletas financieras. Ayer por ejemplo el GD30, fruto de las compras oficiales, estaba más caro en las operaciones que se hacían contado inmediato que las que se efectuaban a 48 horas de plazo.
Esto trajo aparejado que una persona podía vender su tenencia de papeles al contado y recomprarla más barato a las 48%, pudiendo colocar en caución bursátil los pesos obtenidos de la venta contado por 4 días (las operaciones a 48 horas se liquidaban el próximo lunes).
Otro arbitraje que generaba la intervención oficial era comprar dólar MEP utilizando GD30 y vendiendo los mismos dólares, pero con AL30, con cerca de 3% de diferencia. Oportunidades en Argentina que deja la intervención oficial con muchos precios para un mismo bien.
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En paralelo, los inversores tomaron nota que la recompra de deuda no modifica ninguno de los desafíos de corto plazo que tiene la Argentina. El BCRA acumula ventas por u$s 110 millones en el mercado cambiario en apenas tres jornadas. Con la mayor sequía en 60 años, es poco entendible que se destinen u$s 1.000 millones a la recompra de deuda.
"Las reservas de Argentina subieron en el cuarto trimestre, pero están cayendo de nuevo. Las reservas netas siguen siendo precarias. No es el contexto en el que la recompra de bonos pueda cambiar, en las cantidades necesarias, las perspectivas para mejor" señaló ayer Sergi Lanau, economista jefe adjunto del Instituto de Finanzas Internacionales.
Los precios de los bonos argentinos tienen una correlación directa con las reservas del BCRA. A menor cantidad, mayor probabilidad de una restructuración de la deuda.
Más allá del anuncio de Sergio Massa del viernes, de fondo las perspectivas del BCRA se encuentran jaqueadas por la sequía que afectará la liquidación de la cosecha de soja desde abril. Entrarán a jugar en paralelo las expectativas de una unificación cambiaria con el Gobierno que asuma el 10 de diciembre.
Por lo pronto, ayer el mercado envió un mensaje de que la deuda argentina rindiendo cerca de 30% anual, era una tentación para liquidar posiciones. Poco para ganar, mucho para perder a los precios actuales de los papeles argentinos.
POR GUILLERMO LABORDA
EL CRONISTA