En mi largo camino por la vida pude comprobar que la mayoría de los bolsillos llenos se correspondían con cerebros vacíos. Rico de billetera, pobre de espíritu. Hay excepciones, solo en el extranjero. Mucho depende de la forma en que lo forjaron, los creadores, productivos, transitan la vida normalmente con vocación de sabiduría. Los otros, los intermediarios, esos se suelen sentir superiores, y finalmente, los oscuros, los coimeros, los que no podrían explicar cómo llegaron, esos, esos suelen ser muy brutos y demasiado agresivos. Como si la agresividad creciera de manera directa con la limitación del cerebro, que suele trasladarse a la vida.
Un par de enriquecidos por las privatizaciones, léase “robo al Estado”, decidió ensayar una demostración de dependencia, tipo La naranja mecánica, vieja novela que desnuda la capacidad del poder para humillar y domesticar al sublevado. La suma de dinero que invirtieron en disfrazar de inteligente a un mediocre es desmesurada. Las privatizadas son muy rentables. El candidato elegido, entre sus aburridos lugares comunes se refiere a que ”fuimos un gran país”, nadie sabe cuándo, o mejor dicho, recordamos momentos distintos.
Hubo una gran Argentina, basta con leer Viaje al fin de la noche, de Celine, donde aluden a aquella muletilla, “rico como un argentino”. Riqueza parecida a algunos Jeques que corrieron la carpa, sacaron el petróleo y luego se compraron todo. Lo bueno de esa generación, que “tiraba manteca al techo” y “tenía la vaca atada”, es que copiaba palacios y los construía, y nos traía y nos legó lo mejor del arte que podemos recorrer en nuestro fabuloso Museo Nacional.
Los ricos de hoy copian modas menores y se enamoran de Miami, París era otra cosa. Ellos dicen que es la modernidad, yo lo veo con color de decadencia.
Cristina Kirchner habló largo y denso. Asumiendo que no la quiero, no niego que tiene un nivel discursivo muy superior al resto de sus competidores. Me pareció un discurso de despedida. Acertó en recordar el estallido de Domingo Cavallo, es el mejor antídoto contra el cuento de la dolarización. No asumió que los Kirchner no mejoraron la realidad nacional, crearon una secta de fanáticos y empleados públicos, lejos del peronismo y abrazados a visiones de izquierdas que nunca logran triunfos electorales.
Dijo bastante, habló del vaciamiento, de la concentración económica y dejó sentado que no se asume responsable del hoy mientras tampoco sueña con un mañana. Merecía mejores respuestas, ella misma construyó estos odios que nos impiden convivir, en consecuencia, solo la escuchan los fanáticos. Resulta raro que proponga un debate no estando dispuesta a hablar con nadie.
Esperemos que la oposición transite por el espacio de la cordura, de la política, y no de algún economista demente y extraviado que proponga un camino cuyo único destino es la guerra civil. Asumo la pobreza de la política nacional, eso no permite la opción de la demencia.
Milei, como sus dueños, conocidos personajes enamorados de la destrucción del Estado para quedarse con sus bienes, reivindica su vocación colonial eliminando hasta la misma moneda. No son parte de la política ni tienen derecho a participar como si lo fueran. Sin patriotismo no hay futuro, y solo la política puede devolvernos un destino. Como digo siempre, si los economistas fueran inteligentes serían los dueños de las empresas y no los asesores. Ningún empresario estaría dispuesto a dejar su empresa en manos de su gerente de finanzas. ¿Por qué nosotros haríamos semejante dislate con la amada patria? Que alguno calcule el costo de la campaña de Milei y cómo imaginan recuperar semejante inversión. El resto es la política, esa es parecida al amor, suele pasar malos momentos pero finalmente siempre se termina redimiendo a sí misma.
Por
Julio Bárbaro
INFOBAE