Cerca de Macri dicen que desde el lunes, cuando regrese a la Argentina, empezará a intervenir en la campaña decididamente en favor de Bullrich y que hará “todo lo necesario para que Juntos por el Cambio vuelva al gobierno”. Pero transmiten desazón por lo que consideran un “trato injusto” de la candidata.
“Ella tiene que dejar de pensar que yo voy a ser Cristina y ella, Alberto. No hay una disputa de liderazgo”, es una frase que le atribuye a Macri una fuente que conversó con él. “Es irónico que estemos con el mismo cuento de Larreta en 2020, cuando se empeñó en jubilar a Mauricio. Ella hoy, por mucho que le pese, lo necesita y le tiene que dar un rol”, agrega un exministro del Pro.
Bullrich visitó a Macri en su casa de Acassuso el sábado de la semana pasada. Fue un diálogo sin estridencias pero de una frialdad mayor a la acostumbrada en ellos. Horas después la candidata dijo en una entrevista en TN: “Hemos estado siempre presos en Juntos por el Cambio de qué iba a hacer Macri y tenemos que liberar a todo Juntos por el Cambio y que Mauricio se acomode como él crea que se debe acomodar”. La frase desató un oleaje que el bullrichismo intentó detener, con el argumento de que había sido improvisada y que no tenía un sentido agresivo. Poco ayudó a traer calma la intervención del candidato Nicolás Massot en LN+, en la que sugirió un doble juego de Macri con Milei: “No puede decir que es todo lo mismo y nos vamos a jugar un torneo de cartas”.
El sueño del resurgir cambiemita pasa sobre todo por no perder el voto propio (que de ocurrir podría entronizar a Milei en primera vuelta) y lograr una recuperación en tres distritos clave: Santa Fe, Córdoba y Mendoza. El número mágico que, creen, los metería en el ballottage es 32%. Implicaría sostener los apoyos de agosto y sumar algo así como 1 millón de votos adicionales. Un Everest, dadas las circunstancias.
El karma de Massa
Así como las contradicciones de Milei no son consuelo para Bullirch, los descalabros de JxC no tranquilizan a Massa. El ministro quedó como un llanero solitario que galopa en el campo minado de las traiciones peronistas.
Logró abroquelar en una foto y una promesa de apoyo a los gobernadores del Norte, un territorio donde se le escaparon a Unión por la Patria más de 1 millón de votos respecto de las elecciones provinciales de este mismo año.
Los niveles de presión alcanzaron cimas apoteósicas, describen en dos provincias cuyos líderes se sumaron a la foto del relanzamiento en Tucumán. La chispa de la épica enciende mejor con fondos públicos. El riojano Ricardo Quintela llegó al paroxismo de amenazar con una renuncia si gana Milei. En un Zoom con varios de sus colegas quiso arrastrarlos a un pronunciamiento conjunto en el mismo sentido. Fracasó.
Massa se recuesta en la lógica de meter “miedo a perder derechos” y abroquelar el aparato. Con la inflación en dos dígitos mensuales parecen agotarse las opciones. La promesa de terminar con el impuesto a las ganancias pareció, como dirían en España, un brindis al sol. Analiza mandar un proyecto de ley al Congreso, pero allí nadie parece dispuesto a votar nada hasta que florezca un nuevo gobierno.
Aunque intente resurgir desde el Norte, el candidato-ministro sabe que su suerte se juega en Buenos Aires. Allí se están moviendo las placas tectónicas. Axel Kicillof sorprendió esta semana con una reflexión sobre la representación política en esta era de desencanto: “Están pasando cosas complicadas y novedosas. No vamos a entusiasmar demasiado solo con un discurso y una propuesta nostálgica. No es justo que vivamos de quienes ya hicieron una banda de rock. Vamos a tener que componer una nueva canción, no una que sepamos todos. Va a haber que componer, muchachos”. Quedó flotando en el aire una incógnita: ¿está el gobernador proyectando un disco solista en caso de confirmar la reelección? Acaso el fallo del viernes en Nueva York sobre la estatización de YPF lo haya sacado de esas ensoñaciones de futuro.
Cristina Kirchner renunció a ser quien ponga orden y les pide paciencia a quienes le ruegan que intervenga en la campaña. Avaló que Máximo Kirchner volara a Tucumán con Massa. Un gesto apenas.
El pesimismo por el momento es más fuerte que el compromiso con ayudar a sus candidatos. Para colmo le toca estar a cargo del Poder Ejecutivo durante casi dos semanas: Alberto Fernández, el presidente que ella inventó, surca continentes para ofrecer sus consejos de cómo salir de esta crisis tan peliaguda que agita al planeta Tierra.
Martín Rodríguez Yebra
LA NACION