Pero a los industriales les cuesta soslayar que quien habla es además ministro. Y siguen preguntando, por ejemplo, de dónde vendrán los dólares para importaciones que ya acumulan una deuda comercial de 54.000 millones. En la UIA, Massa les dio una respuesta de carácter político: con su triunfo en las elecciones, dijo, el 10 de diciembre empieza para la Argentina otro ciclo, que atraerá capitales de organismos multilaterales y fondos de inversión. Los brotes verdes de Massa.
Tal vez sean plazos demasiado extensos para alguien tan concentrado en la segunda vuelta. Un orden de prioridades que Massa admitió sutilmente cuando, en ese encuentro, acusó a Guzmán de haberle dejado la mayor parte de los vencimientos para un año electoral. Se entiende la urgencia: la mayor parte de las encuestas, incluidas las que encarga el peronismo, proyectan un final ajustado. La noche del triunfo, en el búnker del ganador, el equipo de propagandistas brasileños decía que habría preferido un resultado menos holgado que el que se obtuvo, siete puntos sobre Milei. “Era mejor seguir corriéndola de atrás”, explicaron. Dicen incluso que la euforia posterior duró demasiado tiempo, cuando debió extenderse por no más de 12 horas, al cabo de las cuales habría que haber vuelto rápidamente a trabajar. Porque ahí está, dicen, el otro punto que deben reforzar: que toda la estructura del PJ trabaje con la misma energía que en la primera vuelta a pesar de que ahora solo se jugará el cargo de presidente. Una verdadera prueba de lealtad.
Lo primero que Massa necesita conservar ahora es una vez más el entusiasmo en la provincia de Buenos Aires, donde obtuvo el 44% de los votos. Es probable que, después del triunfo de Kicillof, tenga que reforzar los vínculos pensando también en una reconfiguración de liderazgos dentro del PJ. El gobernador se lo venía diciendo en privado antes de octubre. Hay, por ejemplo, dirigentes como Andrés Larroque, que se habían desdibujado con la llegada de Insaurralde y que ahora vuelven a cobrar relevancia. Más si, como suponen en algunos municipios que salieron fortalecidos de la elección, Máximo Kirchner pierde en el futuro la jefatura del PJ.
Las dos próximas semanas mostrarán un cambio cualitativo en la campaña, que el catalán Antonio Gutiérrez-Rubí dividió en tres etapas: la primaria, la primera vuelta y el balotaje. En el Instituto Patria dicen que es hora de mostrar cabalmente las contradicciones de Milei. Este último tramo, que empieza el miércoles con nuevos spots, tendrá un mensaje más agresivo. E incluye un objetivo ambicioso: hablarles a los 6 millones de personas que votaron a Patricia Bullrich. “Castigo a los delincuentes”, “orden”, “institucionalidad”: tópicos que le cabrían más a lo que el líder del Frente Renovador representó en las campañas de 2013 o 2015. No costará trabajo. Hay un Massa para cada elección.
Francisco Olivera
LA NACION