El golpe en su sede siria presionaba a Irán para que de algún modo pudiera mostrar capacidad de disuasión al agresor y autoridad a sus aliados. Ese movimiento era el que esperaba Israel. Y que posiblemente provocó. Irán no tuvo en cuenta el contexto.
El tipo de operación elegida para la réplica pareció la conclusión intermedia entre extremos. Se optó por una lluvia de dos tipos de misiles y drones, con un armado que permitiera su segura neutralización, como ocurrió efectivamente. Aunque EE.UU. lo niega, hubo informes de Turquía, Irak y Jordania anticipando, en nombre de Irán, el carácter limitado de la respuesta.
Pero si Teherán pretendía impresionar con esta teatralización y dar por cerrado el asunto, el resultado quedó lejos de los fines. Una dimensión central de esas novedades ha sido esa impactante estructura inexpugnable de defensa que se exhibió ese día, por tierra, mar y aire.
Aire para Netanyahu
La alharaca de amenazas de ataques a las plantas atómicas israelíes que profirió Teherán el jueves y los mensaje de su cancillería a Washington avisando que no se busca una conflagración mayor, emergen de la impotencia que indica aquella escena.
El movimiento militar de Irán se trastocó además en una ayuda crucial para la deteriorada imagen de Netanyahu. Hoy es posible encontrar entre los israelíes en el llano, aun entre aquellos que marcharon en demanda de la renuncia del polémico mandatario, quienes señalan que esta vez hizo las cosas correctas.
Es el regresó de Mr. Security, el “hombre seguridad”, el apodo presuntuoso que se auto obsequió el líder derechista, cuya estrella se había apagado con los desbarrancos de la guerra en Gaza y las locuras expansionistas y racistas de sus aliados ultranacionalistas. Imagen que también mejoró a nivel internacional por la solidaridad inmediata que despertó el bombardeo.
Con ese panorama, un análisis de mayor profundidad seguramente hubiera convencido a Irán a limitar la réplica, quizá acotándola al secuestro del buque portacontenedores de capitales israelíes que sus comandos tomaron en la mañana del sábado. Ese episodio fue la noticia más importante de esas horas, interpretada por algunos analistas como la réplica justamente al ataque a la embajada.
Misiles iraníes de mediano alcance 'Nazeat' se exhiben durante la celebración anual del día del Ejército en una base militar en Teherán. Foto EFEMisiles iraníes de mediano alcance 'Nazeat' se exhiben durante la celebración anual del día del Ejército en una base militar en Teherán. Foto EFE
Las fallas en el sistema de decisión iraní pueden estar confirmando un deterioro del modelo totalitario en ese país desafiado por una crónica crisis social y desapego nacionalista en la población. Pero, además, por una superposición de intereses contradictorios a proteger. Teherán había eludido sacrificarse en auxilio de su acólito Hamas después del ataque terrorista contra Israel del 7 de octubre, en cierta medida porque ese mismo mes expiraron importantes sanciones internacionales contra su estructura misilística.
De modo que, más allá de la retórica guerrera, buscó evitar la reimposición de penalidades que recortan su capacidad militar y su poder comercial. Esas sanciones acaban de ser confirmadas por EE.UU. y el Reino Unido.
Irán, además, mira la guerra de Ucrania en la suposición que pronto caerá Kiev, lo que fortalecería el eje que construye junto a Rusia y China, un objetivo considerable frente a la disputa regional con Israel que no debiera escapar de su formato.
Respecto a los sucesos históricos del 7 de octubre, vale recordar que nunca quedó claro que la satrapía de los ayatollah tuviera conocimiento previo del ataque realizado por la facción de la organización ultraislámica en Gaza que se supone es parte de su ordenamiento. Significa, si es asi, ausencia de capacidad de control del territorio propio. Un defecto que ayuda a comprender las fallas de decisión que vemos ahora.
Son todos datos que registran debilidades. El gobierno iraní convive con una agudizada crisis interna que disparó no hace mucho unas movilizaciones de protesta que se zanjaron con cientos de muertos y puso en riesgo la continuidad del régimen. Las motivó el asesinato de una muchacha a manos de la policía por, supuestamente, llevar mal colocado el velo sobre su cabello.
Esa represión existe más alla de la cuestión cultural. Utiliza esos símbolos para amordazar a una población mayoritariamente joven frustrada y desafiada por una inflación de 40% anual, problemas severos de empleo, extendida corrupción y exhausta de los cepos medievales que impone el sistema.
Es ilustrativo que en estos días de enorme tensión han aparecido en Teherán carteles y pintadas anónimas que le decían a los israelíes que si atacan comiencen por las oficinas del gobierno y del líder supremo. Los pintan o escriben gente que hace tiempo diferencia al Irán legendario de la República Islámica creada en 1979.
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POR MARCELO CANTELMI
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