En el Sindicato del Seguros, el segundo, el secretario gremial, le ganó al secretario general las últimas elecciones. En el Sindicato de Portuarios de San Lorenzo, la sede más importante de ese sindicato, un sindicalista muy objetado por mafioso, estamos hablando de Hermes Juárez, conocido como “Vino caliente”, fue desplazado por la lista opositora de Marcelo Vergara, de su propio grupo. Lo mismo pasa en el Sindicato de Aceiteros. Y una gran novedad. En el Sindicato de Camioneros, se le insubordinaron a Hugo Moyano y, por primera vez, Pablo Moyano no forma parte del secretariado de la Federación. Está en discusión la sucesión de Hugo Moyano, que además atraviesa problemas de salud, y el resto de la conducción moyanista no quiere tenerlo como heredero a Pablo. Entre los judiciales, el secretario adjunto que es Luis Behis se levanta contra Julio Piumato. Es decir, empieza a haber una renovación en la conducción del sindicalismo totalmente ligada con la capacidad de estos sindicalistas tradicionales para discutir el salario.
Hay otro frente donde la inflación produce una corrosión importantísima y es el mundo de los pobres. El mundo de los que no viven de un salario sino de un plan social. Hay un grupo de investigadores liderados por Rodrigo Zarazaga, donde están Andrés Schipani y Lara Forlino, que hicieron un trabajo sobre los planes sociales, la historia de los planes sociales en los últimos años en la Argentina. De este trabajo surge este gráfico que se muestra a continuación, que expone el aumento de las prestaciones de los planes Potenciar Trabajo, Salario Social Complementario, Hacemos Futuro, Argentina Trabaja, Ellas Hacen y Programa Empleo Comunitario. La cantidad de beneficiarios para comienzos del gobierno de Macri y fines del gobierno de Cristina era poco más de 200.000. En 2018, estamos en 600.000, con Macri, que deja el poder con 650.000. Hoy ya superamos 1,2 millones de planes de trabajo. Aumenta el número, es un ejército político. En el corazón de este grupo está el Movimiento Evita que maneja al menos un millón de planes, ligados sobre todo al plan Potenciar Trabajo que se le da a miembros de cooperativas.
Lo curioso de todo esto es que el aumento, que se ve en el gráfico sobre cantidad de prestaciones, es un cambio fenomenal en la vida social y política. Esto lo están mirando los intendentes del conurbano y La Cámpora. Hay que recordar las críticas que plantea “El Cuervo” Larroque a este fenómeno. Es una amenaza a la política tradicional por parte de los líderes de los movimientos sociales que disputan con la política del peronismo la representación de los pobres. Por eso la cantidad es muy importante, porque se corresponde con otro gráfico sobre el deterioro medido en pesos constantes del valor de esos planes. Si tomamos de octubre de 2009 hasta abril del 2021 podemos ver cómo se va licuando en beneficio de la cantidad de planes el ingreso concreto que está recibiendo cada uno de estos beneficiarios. Si tomáramos 12.000 pesos de octubre de 2009, para abril de 2021 sería un salario de 400. Es decir, un tercio de lo que se cobraba, en términos reales. Eso es lo que cobra hoy alguien que recibe un plan social respecto de 2009. Es una enorme licuación que no se siente tanto porque estamos hablando de gente que acude a todo tipo de ayuda para no tener gastos.
Esto no es un país con más pobres, con más beneficiarios de planes sociales. Esto es otro país. Cambia la política, cambia la educación, cambia la seguridad y la noción del tiempo, de gente que vive en el corto plazo y de políticos que hacen un negocio en venderles corto plazo como solución. De eso trata el populismo. Tenemos un problema en el mundo sindical y en el mundo de los desocupados o de los subocupados, que son una masa creciente de hace muchísimos años en la Argentina, pero sobre todo después de la pandemia.
Estas deformaciones presentan un efecto político, que vemos en el Frente de Todos: el conflicto que estamos viviendo durante todos estos meses. En términos de mediano plazo, Alberto Fernández ya no es el candidato ni va a ser el candidato de Cristina Kirchner para 2023. Vamos viendo indicios de que ese candidato del kirchnerismo se llama Cristina Kirchner, muy probablemente. Por lo menos, está haciendo movimientos en esa dirección. Un movimiento es reorganizar el Frente de Todos sin gente de Alberto Fernández. Sobre todo sin muchos de estos organizadores de planes sociales que se enfrentaron a ella cuando fueron con Randazzo en 2017.
Otro movimiento es una reconexión de la vicepresidenta con los Estados Unidos. Respecto de esto, hago una corrección sobre algo que dijimos el lunes pasado cuando se mencionó que Cristina Kirchner había pedido una reunión con la jefa del Comando Sur, Laura Richardson. El Comando Sur es una unidad del Ministerio de Defensa americano estigmatizada por toda la izquierda. El encuentro de la generala con la señora de Kirchner fue impulsado por el embajador de los Estados Unidos y Cristina contestó que la recibiría con todo gusto. ¿Qué es lo que impulsa a Cristina Kirchner? La necesidad de rescatar su patrimonio político que es el voto de los sumergidos en los grandes conurbanos.
Una segunda evidencia es que hoy Cristina Kirchner está mejor en las encuestas, sobre todo en las que maneja el macrismo y Rodríguez Larreta. Está mejor que Alberto Fernández.
Alrededor de todo este reemplazo en el liderazgo electoral del Frente de Todos está la incógnita sobre quién podría ocupar el lugar de vice en una eventual candidatura de Cristina Kirchner. Ahí aparece Sergio Massa, que está mucho peor que Alberto Fernández frente a la opinión pública. En esas encuestas que manejan en Juntos por el Cambio Sergio Massa está peor que Máximo Kirchner, que no es una figura competitiva electoralmente.
Aquí es donde aparece la fantasía de Massa de resurgir de alguna manera, que podría ser hacerse cargo del Ministerio de Economía, de una especie de megaministerio, donde estarían Hacienda y Producción. Hay mucha jugada ajena al Poder Ejecutivo en relación con la economía. Massa recibe a gobernadores para hablar de cuestiones federales económicas en el Congreso; también, recibió a la UIA la semana pasada y para mandar una señal les dijo: “Los tengo que dejar porque me está esperando Cristina”. Aunque es difícil que ella lo espere a él.
Por otra parte, empieza a haber un desgaste sobre Guzmán probablemente de la misma Casa de Gobierno. Como publicó Francisco Olivera este fin de semana en el diario LA NACION, hubo conversaciones con Roberto Lavagna para reemplazarlo a Guzmán. Hay quienes piensan que detrás de todas esas versiones está el propio Massa para limar al actual ministro y para que, eventualmente, lo convoquen a él.
Esto combina con algo que hace un aliado de Massa que es Máximo, ligado cada vez más a los sindicatos. De hecho, el sábado, cuando habló sobre Guzmán, lo hizo en una reunión sindical ligada al Día de los Trabajadores. Hay que conectar este problema sindical que habíamos descripto, el problema de la inflación, y un Máximo Kirchner que se junta con los sindicalistas no para pedirles que moderen las reivindicaciones salariales sino más bien para que las potencien. Escudado en lo que sería para el kirchnerismo una distribución regresiva del ingreso que nos tiene hoy, como publicaron en el medio oficialista El Destape, “peor que en la época de Macri”.
Hay que mirar al miércoles que viene, el día de la audiencia para aumentar el precio de la electricidad. En el oficialismo todos miran un dato: una reunión misteriosa entre Alberto Fernández y “Wado” de Pedro. ¿De qué hablaron? Tienen dos cosas para hablar. O de una ruptura definitiva, o de un cambio de Gabinete que pueda reorganizar al oficialismo alrededor de otro ministro de Economía. El tema del aumento de tarifas es central porque es central para la visión que tiene Cristina Kirchner sobre el proceso político económico. Esto es el miércoles que viene. Hasta ese día veremos a Guzmán como un equilibrista en la cuerda floja.
Este panorama tiene un efecto en la oposición, porque no hay un deterioro solo del Gobierno sino de toda la clase política, frente a una sociedad que finalmente piensa que nadie sabe resolver un problema que está durando demasiado. Cuando uno escucha a los funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI) hablan de la crisis del 2018. Nos engaña la pelea entre Alberto Fernández y Macri. porque, si se mira bien, es una misma dirigencia política que no puede resolver un problema que involucra a ambos. El estancamiento lleva más de una década. Se entiende que la gente se pregunte quiénes son estos gerentes. Ahí es donde crece el riesgosísimo discurso de estigmatización de toda la política que encarna, por un lado, la izquierda radicalizada trotskista, que habla de un cambio de sistema capitalista; y por el otro lado, con más moderación, Javier Milei.
El martes pasado hubo una reunión de Juntos por el Cambio, en la que se emitió un comunicado un poco insólito, planteando el rechazo de la incorporación de Milei a Juntos. Macri fue bastante sensato porque dijo: “Para qué vamos a rechazar el ingreso de alguien que no quiere ingresar”. Resolvió parte del enigma, porque el problema no es solamente si el diputado de Avanza Libertad quiere o no ingresar, sino también si alguien de Juntos por el Cambio no se iría con él cuando crezca más de lo esperado.
Hay quienes interpretan también que la exageración del problema Milei, luego de la reunión en la que ese tema habrá demandando 20 minutos, fue para ocultar otro problema que demandó una hora de conversación. Se trata de las relaciones del gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, con Massa alrededor de los temas judiciales. Morales explicó que él habló con el presidente de la Cámara de Diputados para lograr algo muy increíble, que es que el oficialismo vote un proyecto del radicalismo, concretamente de Alfredo Cornejo en el Senado sobre el Consejo de la Magistratura. En el radicalismo hay dirigentes importantes que hoy se preguntan si no hay una conversación más amplia entre ambos ligada a la designación del Procurador General de la Nación, a la designación del Defensor del Pueblo, o a algunos jueces federales de provincia. Es decir, una agenda institucional más ambiciosa que probablemente haya quedado abortada luego de que Macri le recomendó a Morales y a Horacio Rodríguez Larreta no juntarse con un “amiguito malo”, no dejarse enredar por Massa. Dicen que Larreta ofreció su celular para que vieran que no tenía conversación con Massa en el último tiempo. Un gracioso musitó: “Macri no necesita ver tu WhatsApp porque ya lo conoce”. Comicidades.
Lo importante es que no ha habido un escándalo demasiado importante respecto de la trampa que se hizo en el Senado para birlarle la banca a Luis Juez. Esto es lo que vuelve un poco más sospechoso todo. Inclusive hubo una trampa documental. Cuando Cristina Kirchner dividió al bloque, antedataron la fecha de la división para adecuarse al fallo de la Corte, que decía que el nuevo senador debía estar designado el 18 de abril. Acá está la curiosidad: la notificación de que habrá un nuevo bloque minoritario entró a la secretaría parlamentaria el 18 de abril y al Senado el 21 de abril. Es decir, el tiempo va para atrás, porque se supone que primero llega al Senado y después a la secretaría. Esta es una trampa que fue judicializada. ¿Se va a terminar beneficiando Juez de todo esto? Probablemente no. Hay alguien que está detrás y es del bloque de Cristina, el senador Sergio Snopek, que quiere que no sea Claudio Doñate, sino él, el representante del kirchnerismo en el Consejo. Festeja estas dificultades.
La consultora Fixer, de Tabakman y Fernández Spedale, que investiga opinión pública en las redes sociales con bastante eficiencia, publicó un cuadro que muestra el comportamiento de Junto por el Cambio, del Frente de Todos y de La Libertad Avanza, el partido de Milei. Cae Juntos por el Cambio en los últimos meses, desde enero. Por esto es obvio que la afectación de este problema de desazón frente a un país sin futuro, frente a una agenda de inconvenientes que no se resuelven desde hace mucho tiempo, alcanza a toda la política. Caen todos los candidatos estelares de Juntos por el Cambio y sube de 11 a 20% Milei. Daría la impresión de que hay un traslado lineal de votos. Aunque en el Pro Milei le saca más a Patricia Bullrich y a Macri. Y por eso también se percibe su mayor inquietud por lo que pase con la carrera y el acenso de Milei. Tal vez es la razón por la que Macri está acelerando su carrera. Aparece mucho más que antes y ya hay planteada una disputa con Larreta.
El jefe de Gobierno porteño, sobre todo si mira el mal ejemplo de Alberto y Cristina, deberá decidir si quiere ser heredero, elegido o rival de Macri. Esta es una de las preguntas -no es la única- que pende sobre la situación de Juntos por el Cambio.
Carlos Pagni
LA NACION