El problema de los vencimientos es la aceleración que comienza en abril y se profundiza en mayo. Según el cronograma oficial, en el cuarto mes de 2020 vencen unos u$s2.890 millones, con lo que de demorarse el acuerdo con los acreedores, aún habría dinero disponible en las reservas para cumplir con los pagos comprometidos. El inconveniente es que para esa época se habrían utilizado casi el 75% de las reservas, y el dinero disponible en el BCRA habrá ingresado en zona roja. Muchos dentro del albertismo afirman que si se llegara a ese momento, se debería utilizar el teléfono directo con Beijing, para que se pueda habilitar el uso de los u$s20.000 millones provenientes del swap con China y que, por ahora, están vedados para el cumplimiento de vencimientos de deuda. Afirman en el albertismo que una llamada oportuna podría destrabar el permiso oriental, aunque sea para completar los pagos de abril..
El problema serio comienza en mayo. En ese mes se acumulan vencimientos por u$s5.610 millones, con lo que la suma se tornaría en impagable. El cronograma de los primeros cinco meses de 2020 es aterrador: la suma alcanza los u$s16.151 millones, un número imposible de afrontar con el nivel actual de reservas. Mucho menos sin el auxilio del FMI, al que, igualmente, no se quiere reclamar. La hipótesis de máxima es negociar un acuerdo con el organismo para el pago de la deuda ya liquidada, sin que se libere el resto del dinero que aún podría reclamar argentina dentro del stand by acordado.
Antes que esto, y tal como adelantó este diario, al albertismo tiene pensado un acuerdo fast track con los acreedores. Esto es, abrir inmediatamente las negociaciones en diciembre, trabajar a destajo tanto con los privados como con el organismo financiero internacional; y para abril de 2020 tener todos los contratos firmados.
La intención del oficialismo ante la oferta a los acreedores sigue siendo la misma que hace un mes: cuatro años de plazo sin pagos pero sin quita, acelerando las negociaciones con los privados para luego presionar al FMI para que avale lo firmado con los principales acreedores financieros. En el caso del organismo financiero internacional, y tal como aseguró este diario, no hay problemas en que continúe firme el apoyo político directo del Gobierno de Donald Trump. “Todo bien con Trump”, señaló a este diario una alta fuente del “albertismo”, asegurando que, según la visión del próximo presidente, los ruidos provocados por la situación en Bolivia no generaron alteraciones en la estrategia para el tratamiento futuro de la deuda externa del país y, especialmente, en el apoyo que Trump prometió ante el FMI. Las fuentes locales aseguran que desde la administración Trump se entendió que las declaraciones del próximo presidente sobre el aval del norteamericano al golpe y el nuevo Gobierno boliviano “son cuestiones de soberanía con las que aprenderemos a convivir”, insistiendo además en que “no influyen en el apoyo de Trump al país ante el FMI”. La principal defensora del acuerdo entre el FMI y la Argentina era Christine Lagarde, quien ya no está en el organismo y dejó su puesto a la búlgara Kristalina Georgieva, la que aún no emitió opinión (al menos pública y oficialmente) sobre el futuro de la relación con el país. Ante la ausencia de Lagarde y la indefinición de Georgieva, el responsable máximo del crédito y su caída es Werner, ya que el número dos del Fondo, el norteamericano David Lipton, siempre fue crítico de las flexibilidades que se le iban aprobando al país.
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