En primer lugar, hay que practicar una mirada introspectiva para hallar las respuestas en nuestro interior. La razón es que ningún dolor es igual a otro y cada uno lo vive a su manera. Frente al sufrimiento, todos somos igual de vulnerables pero no todos reaccionamos de la misma forma.
Con el tiempo uno se da cuenta de que siempre podemos aprender algo del dolor. Si soy lastimado, seguramente aprendí a darme cuenta de quién tiene buenas intenciones y quién no. De modo que, cuando alguien más intente hacerme daño, sabré cómo actuar frente a esa persona. Todos podemos hacer que una experiencia dolorosa se vuelva una oportunidad de aprendizaje.
En las crisis siempre puedo soportar un poco más, sin darme por vencido.
Cada vez que sientas que tus fuerzas son superadas por tu dolor, cuando te sientas desfallecer, aprenderás que dentro tuyo hay una capacidad que desconocías y te hace ser una persona resiliente, capaz de superar ese sentimiento que hoy estás teniendo y de seguir adelante. Las personas contamos con ese gran recurso interior que consiste en resistir más allá de lo que imaginamos.
Te invito a pensar el dolor como si fuera una ola en el mar. Si crece demasiado, podría llegar a ser un maremoto. Pero, casi siempre, una ola llega a la orilla, rompe y desaparece. Y después vienen otras olas atrás. Así también funciona el dolor. En ocasiones podemos sentir que esas olas son eternas y jamás acabarán. A veces son pequeñas, y a veces aparecen varias juntas o una detrás de la otra. Lo importante es entender que el dolor que hoy sentimos, en algún momento pasará, porque es parte de la vida, y necesitamos experimentarlo sin luchar contra él.
Es posible transitar el dolor de manera sana y limpia. Y cuando no nos resistimos a él se convierte en un motor de cambio para crecer y avanzar en la vida. Benjamin Jonson, escritor inglés, dijo: "Quien no ha atravesado tiempos de adversidad desconoce su propia fuerza".
¡No le temas al dolor! Las personas, en general, no conocen el poder que este encierra para transformarse y transformarnos. Pero, cuando estamos dispuestos a abrazarlo sin resistencia es la fuerza que precisamos para la acción que nos conduzca al cambio. Cuando venga una experiencia de dolor a tu vida, determinate a atravesarla y a superarla como has hecho hasta ahora. Porque ese dolor que hoy sentís, también pasará.
Aceptá el dolor que estás experimentando justo ahora y dejá que este te transforme. El gran dramaturgo alemán Friedrich von Schiller escribió: "En las grandes adversidades toda alma aprende a conocerse mejor".
El dolor tiene su propia voz y cada experiencia dolorosa viene acompañada de una enseñanza. Si no estamos dispuestos a incorporarla a nuestra vida, tarde o temprano, nos hallaremos tal vez en otro contexto pero exactamente ante la misma situación.
El dolor es una pregunta que no tiene respuestas. Muchas veces el porqué es quedarnos en el enojo; pero si podemos ponerlo en palabras y "gastarlo" podemos transformar el dolor en un don para ayudar a otros. El dolor no se supera, el dolor se transforma y nos transforma. Desarrolla en nosotros empatía y sensibilidad para seguir hacia adelante. ¡No te rindas!
Si tenés alguna inquietud, podés escribirme a Bernardoresponde@gmail.com