El kirchnerismo rancio, consecuente con su propia naturaleza, va por todo. Y sale a marcar la cancha apenas percibe lo que sea que considere un desvío.
La duda, presente en realidad desde que en mayo del año pasado Cristina ungió como candidato a Alberto, es hasta dónde escalará el conflicto en este Gobierno bifronte. Si el Presidente, negociador por naturaleza, seguirá dedicándose con esmero a la contención de su vice, confrontadora por naturaleza, hasta que un eventual buen resultado económico le preste fortaleza. O si en cambio apostará antes a marcar un límite a los desafíos a su poder con una medida concreta, como pedirle la renuncia a algún ministro contestatario.
POR PABLO VACA
CLARIN