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Desde 2011 la cantidad de empresas (con empleados) en Argentina ha dejado de crecer, tal como el PIB y ha estado fluctuando en torno a las 650.000. Este año con la crisis económica veremos una reducción en la cantidad de empresas. Seguramente habrá de 60.000 a 70.000 empresas que dejarán de existir y si bien podrían nacer 20.000 o 30.000 empresas, ya sea porque se reconviertan las viejas o porque se reabran sociedades con otros nombres, lo cierto es que en términos netos se perderán de 25.000 a 40.000 empresas.
La falta de bajas impositivas para la cuarentena, en conjunto con la doble indemnización y la imposibilidad de las empresas de servicios públicos de poder inspeccionar medidores, han provocado una enorme rigidez, que aceleró el proceso de pérdida empresarial en estos días. Lo cual dificulta la recuperación hacia delante y los problemas continuarán una vez que acabe la cuarentena.
Al haber menos empresas habrá menos capacidad de rebote. Además, las empresas que hayan sobrevivido a la cuarentena estarán con serios problemas financieros, ya sea con entes recaudadores, con bancos u otros acreedores, con lo cual deberán "desapalancarse". Ello implica destinar recursos a la reducción de la deuda en lugar de crecer.
Lo que queda claro es que las empresas no estarán en condiciones de volver a "correr" como lo hacían antes de la cuarentena. Como consecuencia, la recaudación seguirá cayendo y será difícil sostener la presión tributaria que se tenía antes y menos, se puede pensar que van a pagar las deudas impositivas.
El Gobierno ya algo de esto está observando y por eso presentó una moratoria. Pero no será suficiente, lo mismo deberían hacer las provincias, municipios y otros entes y por plazos mucho más largos.
Con ello queda claro, que el déficit fiscal es y será un problema, al igual que la emisión monetaria que lo va a financiar. Tengamos en cuenta que en mayo déficit fiscal primario (sin contabilizar los intereses de la deuda) fue aproximadamente de 10% del PIB mensual, cifra que no se ve desde finales de los '80.
Así que al terminar la cuarentena quedarán fuertes secuelas en materia económica. Resultará difícil reducir la emisión monetaria en estas condiciones y tampoco se podrán subir impuestos porque no habrá un sector privado en condiciones de pagarlo.
Todo ello se podría combatir si la actividad económica mejora notablemente su performance y creciera más allá de lo que podría ser un rebote de la economía. Para lo cual se necesitaría inversiones, que permitan reabrir los negocios cerrados, ampliar a los que sobrevivieron y apoyar a los que innoven.
Pero atraer inversiones en las condiciones actuales será difícil y por ello será necesario realizar reformas promercado. En especial teniendo en cuenta que es posible que la batalla global entre EE.UU. y China podría llevar a que haya inversiones dispuestas a mudarse a América Latina si es que los países presentan condiciones atractivas.
POR FAUSTO SPOTORNO
EL CRONISTA