Pedirles a los economistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) que entiendan la importancia de sostener las rotaciones de cultivos o favorecer la incorporación de sembradoras con sensores electrónicos para aplicaciones selectivas contra las malezas puede ser desproporcionado. Cuando viajan a un país como la Argentina con desajustes crónicos de la macroeconomía los expertos del organismo internacional analizan los números fiscales y la situación financiera. La agronomía, salvo que tengan un antecedente familiar, es un asunto lejano para ellos.
Sin embargo, pueden comprender perfectamente la relación entre los factores de la producción y el equilibrio o no de las reglas económicas con las que se desenvuelven quienes día a día enfrentan distorsiones.
Hacia eso apuntaron el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Daniel Pelegrina, y el equipo técnico de la entidad que se reunió esta semana con la delegación del FMI que está en el país para evaluar un nuevo acuerdo de renegociación de la deuda con el organismo.
"Lo que hay que hacer es eliminar las retenciones", dijo, directamente, el presidente de la SRA y añadió: "Se trata de un impuesto sumamente distorsivo que atenta contra la inversión y la incorporación de tecnología".
Lo que procuró explicarles Pelegrina a los técnicos del FMI y que tantas veces ha sido dicho por especialistas locales a los innumerables funcionarios que alguna vez se sentaron en los sillones del Ministerio de Economía es que los derechos de exportación quiebran la relación insumo-producto. Al depreciar el valor de los granos con un tributo que se calcula sobre su facturación, se reduce el poder de compra. Se necesitan más toneladas de soja, maíz, o trigo para comprar maquinaria agrícola, fertilizantes, fitosanitarios y semillas, entre otros insumos porque los granos tienen el descuento de los Derechos de Exportación (DEX).