Ahora se hará cargo de hecho: para ser jefe de misión debe ser nombrado como embajador político con acuerdo del Senado. Aquí parece haber prevalecido, también, la idea de tener ojos propios o, lo que es lo mismo, no tener ojos "ajenos" en una creciente vinculación política y comercial en la que abundan los acuerdos comerciales directos.
Hay otros factores. La existencia de referentes externos a la línea natural genera problemas: un embajador con línea abierta con ministros y asesores presidenciales, y un Canciller que constantemente siente que lo pasan como alambre caído, para usar las clásicas metáforas camperas de Felipe Solá, disparan reacciones, como ésta, en la que se utilizan excusas que son coartadas de otras razones ocultas. Por ejemplo, el asunto de las vacunas chinas que está a punto de cerrarse ─Gines estuvo negociando ayer por video conferencia─ y otras fruslerías. Pero remover al embajador en una de los potencias mundiales requiere, a priori, una consulta con el Presidente. O alguna seña de Cristina. ¿Las hubo?
Kreckler ha sido mencionado, en otro momento histórico, como uno de los candidatos a Canciller de Cristina. Quizá en la resolución de Solá de su traslado se haya cruzado ese fantasma, en un cuadro de su creciente aislamiento en el gabinete, según testimonios directos. También la sensación de acorralamiento suele provocar estas reacciones para tratar de recuperar la iniciativa.
POR RICARDO KIRSCHBAUM
CLARIN