La dialéctica virtuales vs. remotos revive en estas emergencias. El plenario de comisiones convocado para el martes para tratar el proyecto de los fiscales tiene que ser presencial porque sólo pueden ser virtuales si los vicepresidentes de las comisiones lo autorizan. Como esos cargos son de la oposición (Gustavo Menna y Luis Juez, Asuntos Constitucionales y Justicia respectivamente) fuerzan la aplicación del protocolo y serán debates presenciales. Los expertos de la oposición estudiaron este fin de semana una presentación ante Sergio Massa para que aplique los términos de una resolución de los ministerios de Salud y de Trabajo que autoriza a los empleadores a "convocar al retorno a la actividad laboral presencial a los trabajadores y las trabajadoras que estaban dispensados de concurrir presencialmente, que hubieren recibido al menos la primera dosis de cualquiera de las vacunas contra el COVID-19, independientemente de la edad y la condición de riesgo, transcurridos 14 días de la inoculación". (Res 4/2021).
¿Es Massa empleador de los diputados? ¿O el empleador es el Ejecutivo, que convoca a sesiones al Congreso? La chicana es para reclamar que llame a sesiones presenciales que sume a los que van autorizados por el protocolo y a los vacunados. Difícil que el oficialismo resigne fácilmente a su vocación por la política remota y virtual. En ese formato controla la cancha, el silbato, el VAR, el micrófono, la iniciativa, todo. Lo justifica José Mayans, diván del cristinismo, en cada sesión: "vienen acá con planteos de reglamento, cuando hay gente que se está muriendo. No nos hablen de democracia, ni nos quieran venir a dar lecciones de democracia" (sesión maratónica del jueves, duró más de 10 horas, todo un sacerdocio).
Promesas difíciles de cumplir
Para el oficialismo la consigna es simple y no necesita explicaciones para convocar apoyos: da más poder al peronismo. Para la oposición este proyecto es más peligroso que una reforma de la constitución. La reforma de la procuración pone en manos del oficialismo la designación del jefe de los fiscales, con atribuciones que le permiten decidir el destino de las causas. No se refieren tanto a las que pueden incriminar a exfuncionarios por casos de corrupción, sino a las que vengan en el futuro. La transición del sistema inquisitorio al acusatorio pone en manos de los fiscales la instrucción de las causas. Crea un nuevo poder para ellos, que se le quita a los jueces.
Ya se arrepentirán los políticos de haberse aventurado en esta reforma que los pone en manos de otra corporación, mucho más difícil de controlar que la de los jueces. El ministro de Justicia ha prometido a los fiscales que el proyecto tendrá reformas que mejoran el rigor del sistema de enjuiciamiento y dará más atribuciones a cada fiscal. Martín Soria repite que los ha convencido de que eso ocurrirá. Quienes miran con la lupa estos movimientos de Soria creen que son promesas que no podrá cumplir porque el cristinismo, el ala del oficialismo más comprometida judicialmente vetará estos alivios, en su intención de manejar la justicia en el futuro.
Peligra la "cláusula Negri" para la postergación de las PASO
El compromiso de Massa con esta trama indica que ha aceptado ponerse esta reforma al hombro. Extraña en él porque lo aleja del público moderado que lo respalda. Prosperó siempre como un adversario del garantismo del Instituto Patria. Su hora de gloria fue con campaña en 2014 por las firmas para voltear el proyecto de código penal de Cristina. Esa vez dijo haber juntado dos millones de firmas y la hizo retroceder. Lo logró.
Él puede haberse olvidado de aquella proeza. Ella no. Uno pregunta por ahí. “- ¿Por qué se mete Sergio en ésta”? – “Porque tiene un acuerdo con ellos” – Cristina & CO. “- ¿Y les va a cumplir?”. –“- Y… Sergio cambió”. ¿Otro Sergio? Maravillas de la naturaleza humana. El tiempo lo dirá. Lo que sí justifica ese interés es la otra intención solapada de esta pelea, que es dinamitar el acuerdo que logró el Gobierno con la oposición para postergar las PASO. Fue un bordado ejemplar de Wado de Pedro con JxC que el ministro ha prometido cumplir: “- Arriesgo todo mi prestigio en esto”, les confesó a los negociadores de la oposición. Tiene razón. Después del pronunciamiento de esta noche de la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio, ese acuerdo puede quedar en la nada.
Es dudoso que el oficialismo tenga los votos para la ley judicial, pero seguro que los tiene para aprobar, sin apoyo de JxC, la postergación de las PASO. Este acuerdo con la oposición sumó la llamada "cláusula Negri", un compromiso de que no habrá más cambios este año en las fechas electorales. Si la oposición se retira del acuerdo en represalia por el avance sobre el Procurador, puede caer la cláusula Negri del proyecto y quedará abierta la posibilidad de que, al final, el Gobierno termine suspendiendo las primarias por este año y que mande todo a una ley de lemas el día de las elecciones.
Al final, los espera la Corte
Bingo para el oficialismo, porque habrá usado esta amenaza de la ley del Procurador para comprometer a todas sus tribus a la unidad para una batalla simbólica más que real, y así mejorar su competitividad electoral. Aún en el caso de que lograse los votos para aprobar la iniciativa, la nueva ley tendrá una escala en tribunales. ¿Aceptaría la Suprema Corte esta reforma que le quita al Procurador el ropaje que le da la Constitución? Allí dice (art.- 120°) que el Ministerio Público es "un órgano independiente con autonomía funcional" (...) que tiene por función promover la actuación de la justicia en defensa de la legalidad de los intereses generales de la sociedad en coordinación con las demás autoridades de la República. (...) Sus miembros [el Procurador y el Defensor General] gozan de inmunidades funcionales e intangibilidad de remuneraciones".
Ese artículo fue reglamentado en 2008 por ley del Congreso, que entendió que esas atribuciones estaban aseguradas mediante la forma de designación "con acuerdo del Senado por dos tercios de sus miembros presentes". No es seguro que esta Corte consienta en paz una reforma que jibariza la figura del jefe de los fiscales, imponiéndole una dependencia del poder político mediante una designación a término y con mayoría simple de los senadores. Pero dar a pelea garpa en la coyuntura preelectoral.
Rafecas sigue solo y espera
Esta condición, por ejemplo, no la acepta Daniel Rafecas, que fue nominado por el actual Gobierno para el cargo. El pliego duerme en el Senado y nunca ha sido tratado. Alberto Fernández no ha hablado con Rafecas desde esa presentación. Tampoco en los 14 meses que han pasado desde el envío el Senado, le ha hecho saber al juez si pondrá a consideración o no su designación. Una cortesía mínima para que, en todo caso, mandara a hacerse un traje. Ni aun cuando hay dirigentes de la oposición, como Elisa Carrió y algunos senadores, que han mocionado por la aprobación de esa designación.
El cristinismo ha hecho saber que Rafecas no es su hombre. Pero tampoco Alberto ha retirado el pliego. Si lo hiciera sería una capitulación política. Rafecas ha insistido en las últimas horas que si el Congreso modifica la ley bajo la cual se le ofreció el cargo, se vería en la obligación ética de resignar la postulación. No lo ha hecho pese a que el oficialismo ya ha hecho aprobar un proyecto en el Senado para modificarlo y que ahora mueve en Diputados. Un sector de la oposición promueve acentuar la presión al Ejecutivo para poner en evidencia la contradicción del oficialismo sobre esta postulación.
Caminadores de cornisa
Soria no ha impulsado ninguna opción, para dejar entreabierta la puerta para ganar espacio para una decisión que justifique su designación en el cargo. Hasta ahora no ha aportado mucho, salvo declaraciones. Es un ministro de la oralidad. El margen que gana le permite imaginar hasta un escenario que lo incluya a Rafecas. Por ejemplo, cediendo ante los reclamos de los fiscales para aliviar los controles sobre ellos que prevé el proyecto aprobado por el Senado.
Esta música suena, suave, cerca de la oficinas de Massa en Diputados, y la repiten quienes creen que él puede estar jugando una partida propia que no es la de Cristina. Massa fue el principal promotor de la designación de Soria como Ministro de Justicia. Si éste fracasa en la guerra de la procuración, la derrota la pagará el ministro -que no procede del cristinismo - y el propio Massa. A Sergio que gustan las jugadas de riesgo. Gran caminador de cornisas, puede estar jugando un salto de calidad en la pirámide del poder, destrabando la crisis de la Procuración y conservando a Soria y a Rafecas, a quien sabe que apoya la oposición.
Frente al cristinismo es la cuadratura del círculo, pero: 1) para estas situaciones es que existe la política; 2) alguna vez tiene que estallar la relación odiosa entre los socios en la trifecta presidencial, que camina sobre hielo delgado por la fragilidad del escenario preelectoral. Es decir que es el momento ideal para estas audacias.