que mira sobre todo números y la economía. Santiago Caputo arma la política. Posse, jefe de ministros que tratan de descifrar a Milei, es un ejecutor. Y Francos maneja la relación con los gobernadores.
Quedan tres semanas de sesiones en Diputados. Hay aliados que quieren que todo salga rápido y con fritas y otros que reclaman cautela y discusión, sin negarle a una gestión que empieza las herramientas para gobernar. En un punto, todos buscan ayudar a Milei, que inventa problemas donde no los hay cuando los ataca como si fuesen enemigos. Del otro lado están los que votan para que no salga nada: el sindicalismo kirchnerista peronista, buena parte del peronismo y toda la izquierda. Ninguna novedad. Pero con el simple expediente de oponerse, huelguear y esperar que Milei no pueda, difícilmente algún partido pueda sacar partido de otro fracaso.
Conviene detenerse a considerar si no hubo un profundo cambio de atmósfera social, mucho más serio que el superficial de los discursos. Tal vez, tanta metida de pata de la política haya generado en una creciente porción de la gente de a pie la decisión de no dejarse seducir más por el macaneo tan gastado. Pero ojo, que la crisis no deja de golpear.
RICARDO ROA
CLARIN